sábado, 27 de agosto de 2016

POMPEYAS

Otras ruinas, Empúries, abril de 2013 por Pablo Müller



POMPEYAS

 

«He visto imágenes de Pompeya»

Rodrigo Garrido Paniagua

 

Llevaba un jersey de cuello alto, cuando visité Pompeya,

todos los que me acompañaban ahora están lejos,

algunos hace años con los que no tengo palabras

para cruzarnos,

puedo sentir el tacto de la lana en el cuello,

la media sonrisa de silencio con la que recorríamos las ruinas,

el olor de ese mar cómplice, implacable.

 

Luego llegarían otros volcanes y accidentes de tráfico,

a nuestras vidas,

otros restos con los que componer

el escenario abierto

de este paseo.

 

 

«un poema es un conjunto de ruinas, pero esas ruinas son pulsiones del idioma; pertenecen a la imaginación y desde ahí emiten sus señales, que son deseos de escritura —esas ruinas somos realmente nosotros mismos navegando y naciendo a la vida—»

Chus Pato


domingo, 21 de agosto de 2016

MEMORIA Y VIDA


Barcelona, agosto de 2016, por Pablo Müller


«y en las fosas comunes de la Memoria

                                                                   futuros

imperfectos desacreditan el desafío

de cambiar la Historia y cambiar la Vida

sin otro refugio que el presente

                                                      ¿por qué tan tarde?»

Manuel Vázquez Montalbán - Ciudad

 

En la noche contemplamos las estrellas más fugaces

sobre la colina mocha y castellana,

a salvo de las luces de aquella ciudad con río,

hoy, busco entre los kioskos de la Rambla

aquel antiguo para encontrar de nuevo

el libro de las pastas marrones, La Rosa de Alejandría,

colorada de noche, blanca de día,

y recuerdo por este orden,

la pregunta de nuestro profesor ya muerto,

las manos vacías de los poetas sin verso,

los viajes para buscar un barco,

pasados los treinta años, y ahora:

al amor recogiendo la sombra de las flores blancas,

el hijo decidido a ser mayor cuanto antes

y todas las sonrisas de la familia.

 

Es difícil encontrarlo, me dice el hombre para justificar

los siete euros por la ciudad en negro y rojo,

el silencio responde que no era por dinero:

acercar el pasado en las últimas manos de un poeta ya muerto,

la librería en una vieja iglesia desacralizada,

el camarero que nos permite tomar el café en la mesa

reservada a las comidas, los ojos grandes

como el hijo que crece y explica el espíritu de la fuerza:

la necesaria compañía en todos los viajes:

colorados de pasado, blancos de Dinamarca.

 

Siete euros por un viejo libro de Manuel Vázquez

Montalbán, un domingo de agosto en Barcelona

es el mejor precio posible por un libro con la memoria en la vida.

 

 

Barcelona, 14 de agosto de 2016

jueves, 11 de agosto de 2016

MATADERO TRES



Carretera en agosto, por Pablo Müller


«¿qué es la pena?

cuchillo que corta

— dijo la vaca — testigo de todo»

Nuria Ruiz de Viñaspre

 

 

Matadero Tres.

 

El peón acarrea los corderos muertos colgados

de la cinta transportadora, el cigarrillo en los labios,

escupe a la esquina. Puedo darme la vuelta,

protegido por el coche aparcado junto a la puerta.

 

En el matadero los pollos, los cerdos, las vacas, los patos,

los corderos, otra vez los corderos, el calor, las heces

en el camino, la sangre, el agua muerta, las moscas

alrededor del resto, un nuevo círculo de vida,

las lámparas de luz ultravioleta, las ratas acechando

junto a las compactadoras, los camioneros

sentados en la cabina del vacío aparcamiento lloran

la lejanía, lloran los terneros en el camión

que los transportan, lloran.

Los vi.

 

 

domingo, 7 de agosto de 2016

Y PARA TERMINAR Y COMO CONSUELO



Moguer, julio de 2016


Y PARA TERMINAR Y COMO CONSUELO

 

«siguiendo el sonido de una flauta,

el rastro de un hilo,

piedritas blancas

o migas de pan.»

Antonio Orihuela

 

A David Trashumante

 

Y para terminar,

y por si sirve de consuelo,

entre los mosquitos son las hembras,

las que se alimentan fugazmente

de la sangre de los mamíferos,

para nutrir los huevos que recién

pondrán en el agua quieta de las charcas,

 

—es tan solo una leve trasmisión

de vida—, más allá de la lejanía

que nos imponen los entomólogos.

 

Ahora si cambiamos picadura por verso

por poesía nos saldrá vida.

 

Moguer, 30 de julio de 2016

martes, 2 de agosto de 2016

PADRE WALT WHITMAN UN POEMA DE RAFAEL CALERO PALMA


Rafael Calero Palma en Voces del Extremo 2015, por Pablo Müller




 

Padre Walt Whitman,

que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre,

déjanos entrar en tu Reino

de la espiga, del dondiego, de la lila.

Bienaventurado seas por siempre,

viejo y hermoso Walt Whitman, 

por habernos dejado en herencia el verso libre.

Bendigo el día, la hora, el minuto

en el que se te ocurrió, tenaz Walt Whitman,

romper las reglas absurdas, 

que atenazaban, bajo su yugo, a la Poesía.

Alabado sea el verso libre, ahora y siempre,

porque yo, poeta del siglo XXI,

sin él, no existiría.

Y alabado sea tu nombre,

carnal y sensual Walt Whitman,

voz profética de la auténtica poesía,

poesía del pueblo,

poesía para el pueblo,

poesía que se levanta, altanera,

contra los estúpidos y los violentos.

Poesía de combate,

poesía, siempre, en lucha,

poesía que hace sonar con fuerza

el gong de la rebelión,

poesía que se une a los fugitivos

y a los que traman y conspiran 

en las bulliciosas calles del Harlem neoyorquino,

en las revolucionarias calles de Caracas,

en las frías calles de Estocolmo,

en los calurosos y superpoblados callejones

de la Franja de Gaza,

en tantos y tantos lugares de todo el mundo.

Turbulento y dionisíaco Walt Whitman,

bienaventurado sea,

por los siglos de los siglos,

tu nombre magnífico,

telúrico y adámico,

y tu barba blanca,

inundada de mariposas multicolores y exóticas.

Bendito seas, hermoso bardo de Poumanok,

porque te cantaste a ti mismo,

y con ese canto nos demostraste

que tú y sólo tú eras el centro del poema,

que tú y sólo tú eras el centro del universo,

y nos enseñaste que nada de cuanto existía

era tan importante como tu cuerpo luminoso

raíz de amaranto, hilo de seda, horquilla y vid…

Creo en ti, Walt Whitman,

Padre Todopoderoso de la poesía fraternal,

origen épico del grito desgarrado,

génesis divina del verso contemporáneo,

porque recorriste andando

con tus botas de piel de ciervo

los polvorientos caminos

que atraviesan la tierra americana,

y dormiste a raso en sus verdes praderas,

y empapaste tus ropas humildes

con las gotas de lluvia, con los copos de nieve, 

y oíste en la noche el aullido del coyote. 

Tú, poeta de la vida y del amor.

Tú, que te sabías más grande

que la más grande de las deidades.

Tú, que nos regalaste la palabra nueva.

Tú, que te tumbaste sobre la hierba

sólo para escuchar cómo sonaban

el canto del grillo,

el bronco oleaje del mar,

los redobles de tambor

en el campo de batalla,

la niebla y la tempestad.

Oh, Walt Whitman, padre universal,

poeta de la naturaleza,

poeta de la gran ciudad,

poeta del asfalto y del cheque sin fondo,

poeta del deseo, del orgasmo, del fracaso,

supremo hacedor del verso americano.

Todos te llamamos Walt,

camarada, compañero, amigo, padre, hermano,

y te sentimos carne de nuestra carne,

sangre de nuestra sangre,

alma de nuestra alma.

Todos hemos nacido de ti,

de tu semilla ardiente como lava roja,

de tus palabras complejas y contradictorias,

de tu verso largo,

sin rima, sin métrica, sin reglas,

pletórico de música,

de ritmo, de dulzura, de fuerza, de magia. 

y en ti nos reconocemos, nosotros,

hijos bastardos de tu poesía palpitante.

Yo te admiro, Walt Whitman. 

A ti, que te atreviste a proclamar abiertamente

la necesidad política del arte y del artista. 

A ti, que fuiste hombre y mujer,

granjero y trabajador de fábricas y muelles,

prostituta y presidente,

americano y ciudadano del mundo.

A ti te canto esta noche de estrellas y luciérnagas

porque fuiste valiente

y te bañaste junto a veintiocho muchachos

que se bañaban en la playa

y tu mano invisible acariciaba sus cuerpos

y tu lengua de fuego lamía sus sexos.

¡Tacto ciego, amoroso y combativo!

Tacto preñado de apetito.

Por eso te canto, 

Apolo circunspecto, homosexual y carismático.

a ti, que anhelabas ser un hombre del pueblo,

que pusiste voz a los oprimidos

y preferías mil veces la compañía de tipos rudos

que asistir a fiestas elegantes.

A ti te canto, oh capitán mi capitán,

porque tus labios pronunciaron la palabra libertad,

y me abriste los ojos,

y me enseñaste a mirar todo cuanto me rodea,

y me enseñaste que la hormiga es perfecta

y que una vaca, un ratón, una rana,

una insignificante brizna de hierba veraniega,

un diminuto huevo de zorzal,

son parte fundamental del milagro cotidiano de estar vivos.

Tú, Sócrates de Brooklyn,

poeta del cuerpo, poeta del alma,

te sentiste satisfecho

porque viste y bailaste y reíste y cantaste.

Tú, Walt Whitman,

un americano, un tipo duro, un cosmos,

te pusiste de pie y te arremangaste,

y cuidaste con tus manos milagrosas

al soldado herido en la lucha fratricida

y mojaste sus labios con un paño húmedo

y limpiaste la sangre de su joven rostro

y le diste de comer fruta fresca,

y ayudaste a ser libre al esclavo fugitivo,

aquel que llegó a tu puerta cojeando,

agotado y sediento, y tú le ofreciste cobijo

y lavaste sus pies magullados

y curaste con emplastes sus llagas sangrantes

y limpiaste su piel sudorosa

y le ofreciste una cama cálida y ropa limpia

y se sentó contigo a la mesa

y comió de tu pan y bebió de tu vino.

A ti, pues, pájaro herido,

que atravesaste tu pene con una aguja candente,

te traigo mi poema, y ante tu altar hago mi ofrenda.

Dios todopoderoso del verso moderno,

bárbaro del amor, espíritu libérrimo,

porque tuyos fueron los goces del cielo,

los tormentos del infierno,

porque también yo, como Pablo Neruda,

Toqué una mano y era la mano de Walt Whitman.

Porque también yo, como Hart Crane,

nunca he de soltar mi mano de la tuya, Walt Whitman.

Porque también yo, como León Felipe,

te llamo Walt, Walt, Walt.

Porque también yo, como Ezra Pound,

vuelvo a ti como un niño crecido.

Porque también yo, como Federico García Lorca, te sigo viendo

Anciano hermoso como la niebla.

Porque también yo, como Rubén Darío, te llamo

sacerdote que alienta soplo divino.

Porque también yo, como Allen Ginsberg, quiero saber

¿En qué dirección apunta tu barba esta noche?

Porque también yo, como Fernando Pessoa, te digo que

Soy de los tuyos, tú bien lo sabes, y te comprendo y te amo.

Porque también yo, como Pablo de Rohka, afirmo,

golpeándote la espalda: 

eres NUESTRO hermano, NUESTRO hermano Walt Whitman.

Porque también yo, como José Martí, os propongo:

Oíd a Walt Whitman.

Porque también yo, como Jorge Luis Borges,

os exhorto a que lo gritéis a los cuatro vientos:

Yo fui Walt Whitman.  

 

(Nota: Para escribir este poema, he tomado prestadas imágenes y palabras de Manuel Villar Raso, Pablo Neruda, Hart Crane, León Felipe, Ezra Pound, Federico García Lorca, Rubén Darío, Allen Ginsberg, Fernando Pessoa, Pablo de Rohka, José Martí, Jorge Luis Borges y, por supuesto, del propio Walt Whitman.)
 
Poemas de destrucción masiva de Rafael Calero Palma