sábado, 5 de marzo de 2016

NO CABEMOS EN NINGUNA PALABRA

Voces del Extremo, Logroño, marzo de 2016




«Somos personas, no cabemos en ninguna palabra.»

Antonio Orihuela

 

Víctor Ortiz trabajaba en la mina de hierro que arrancó el brazo al hijo Julián, ¿entra en la palabra minero? ¿en la palabra dolor? ¿culpar puede ser un verbo reflexivo?

Marcelina Conde recogía las patatas de la huerta pequeña, rojas y negras, de pólvora y pimienta, para repartirlas luego.

Alfred Nobel pasó junto a aquel lugar, a cada explosión, aullido,  herido, viuda, ganaba más dinero.

Aurelio de Villarroel recibió a Alfonso Borbón, el trece, al pie del andén del ferrocarril nuevo. Unas calles más allá, Pascual Pineda moría, a los 23, olvidado por la familia que le siguió. Fueron juntos a la escuela ¿entra en la palabra jornalero?

Manuela López su madre, ¿entra en la palabra pan?

Francisco Pineda su padre, ¿entra en la palabra trigo? ¿en la palabra obediencia?

Benigno Valencia hacía la guardia en el monte dormido. Le dijeron que esperara a Don Carlos. Nunca llegó, ¿entra en la palabra alfarero?

Florentina Corres dejó dos fotografías con el traje del domingo, ¿entra en la palabra tierra?

Manuel Bermúdez vendió las huertas y cogió el camino hacia el mar. ¿entra en la palabra fracaso?

Lorenza Díez cambió bierzo por lluvia. Murió joven con el miedo. Severo, su hijo, de retirada del Kalamua entró en Gernika de abril abrasada.

Sus relatos construyen los nuestros. ¿Entramos en la palabra contar? ¿Hay memoria para tanta vida?

 


 

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